Siempre han sido como los niños chicos que tuve a destiempo, han sido motivo de preocupaciones, de dolores de cabeza, de esperas: pero también de infinitas alegrías y satisfacciones. Mis hermanos me han hecho fuerte porque con ellos he aprendido que el cariño es desinteresado y profundo. Me han puesto en la cuerda floja y me han balanceado a conciencia, pero siempre han estado allí para no dejarme caer por el precipicio.Han sido pasado, presente y serán por siempre, futuro para mí.
Yo creo que lo de cobijar a niños en afán protector de madre, me viene desde que llegó aquel pequeño flaquito y enclenque que nos atormentó de pequeño a más no poder hasta convertirse en el gigantón que es ahora con sus cuarenta y pico cumplidos y que a la par decrecer en altura, creció en fundamento, diría mimadre, convirtiéndose en un hombre cabal y trabajador, amigo de sus amigosy bondadoso en demasía.
Y...cuando ya no contábamos en casa con más invitados, llegó la benjamina de casa sin aviso, sin llamada. Nos movió a todos de nuestros sitios porque le hervíua la sangre en sus venecillas azules y no paraba ni un momento.Fué como la sal de nuestra adolecencia.Revolución, carreras, gritos, taconeos,bailes,canturreos, trajes, ritmo y confusión para los que muchas veces pensamos: vaya, vaya con la niña¡¡. Es ahora la alegría de la huerta, la chillona y peleona de casa, la pasota desordenada con sus diarias locuras, siempre allí para echar una mano a quien la necesite.
Disfruto hoy con mis hijos crecidos, de mis hermanos que vienen danzando en una noria inmensa cargada de emociones. Nos unimos los tres con los hombros cansados siempre a la espera de que cualquiera tenga que apoyarse.....
viernes, 28 de octubre de 2011
martes, 25 de octubre de 2011
Mi Aldea.
Las veo cada día al salir. Están allí bajo soles inclemente y amaneceres helados.
Cuando sopla fortísimo el viento, que parece arrancar las claraboyas del techo, ellas se esconden bajo las ramas a la espera de que pase el hielo que sopla sin clemencia.
Y.. amanece y siguen allí como recordandonos que despues de las tormentas, llega la calma, aunque el viento sople muy fuerte.
Cuando sopla fortísimo el viento, que parece arrancar las claraboyas del techo, ellas se esconden bajo las ramas a la espera de que pase el hielo que sopla sin clemencia.
Y.. amanece y siguen allí como recordandonos que despues de las tormentas, llega la calma, aunque el viento sople muy fuerte.
domingo, 23 de octubre de 2011
miércoles, 19 de octubre de 2011
lunes, 17 de octubre de 2011
Caracas.
Se podría resumir en una sola palabra lo que significa llegar a Caracas: apoteósis.
Del ruido, del bullicio, de colores, de olores, de sabores. Calles cargadas de música, de risas , de ires y venires frenéticos entre tráficos mañaneros.
De playas inmensas, arenas blancas y altos cocoteros. De negros brillantes que golpean tambores al ritmo de caderas provocadoras.
De carreteras interminables cargadas de verdes, de azules maravillosos, únicos.
De bramidos de animales que pastan a sus anchas y cabalgan a lomo de unos Llanos inmensos cargados de cuatro y maracas.
De aguinaldos y gaitas mágicas que nos traen ruido, saludos, abrazos y besos de familias que se aman en calles abiertas a los vecinos.
De amores caminados en el Parque de los Caobos y en el paseo de los Próceres. De cines cargados de cotufas y de risas compartidas.
De marchas estudiantiles reclamando mejoras que nunca llegan. De amores y desamores. De perritos calientes y buhoneros que pregonan chichas y conservas de colores.
Caracas única, Caracas mia que se me aleja envuelta en días de estudiante y amores primeros.
Volveré. Volveremos....
Del ruido, del bullicio, de colores, de olores, de sabores. Calles cargadas de música, de risas , de ires y venires frenéticos entre tráficos mañaneros.
De playas inmensas, arenas blancas y altos cocoteros. De negros brillantes que golpean tambores al ritmo de caderas provocadoras.
De carreteras interminables cargadas de verdes, de azules maravillosos, únicos.
De bramidos de animales que pastan a sus anchas y cabalgan a lomo de unos Llanos inmensos cargados de cuatro y maracas.
De aguinaldos y gaitas mágicas que nos traen ruido, saludos, abrazos y besos de familias que se aman en calles abiertas a los vecinos.
De amores caminados en el Parque de los Caobos y en el paseo de los Próceres. De cines cargados de cotufas y de risas compartidas.
De marchas estudiantiles reclamando mejoras que nunca llegan. De amores y desamores. De perritos calientes y buhoneros que pregonan chichas y conservas de colores.
Caracas única, Caracas mia que se me aleja envuelta en días de estudiante y amores primeros.
Volveré. Volveremos....
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