Hoy te escribo entre árboles fríos, entre verodes y brumas nocturnas, para decirte que espero ansiosa cada palabra que no llegó, la mirada que no me diste; que espero ese paseo que no comenzó, aquella carrera que, por empezarla con buen pie, dejamos a medias sin terminar.
Hoy le escribo cartas a la alegría de las buenas noticias, esas que cuando te llega, te llenan de ilusiones para seguir, le escribo a la caricia que no hice, al beso que no dí a tiempo, a la espuma salada que se me escurrió entre los dedos.
Hoy escribo al que está, al aire frío que me envuelve cuando subo las escaleras en noches llenas de agua y viento, a las flores amarillas que campanillean besando mariposas que pasan a su lado.
Escribo a las estrellas que siempre han estado y antes no veía, al techo que me las ocultaba, al sol que ríe cuando salgo a la puerta.
Dedico líneas al amor, porque lo conozco. A ese que te acompaña en un lento paseo por la orilla de cualquier parte. Al que navega profundo esperando que el cauce lo lleve a remansos tranquilos, donde piedras y peces esperen su llegada.
Escribo al ausente en mis noches frías, al presente en mis horas diarias, a la sonrisa grande que me regresa el espejo, a la mirada limpia que saludo en las mañanas.
Amarro todas estas cartas con seda suave para poder hojearlas a gusto en noches largas.
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