La lona estaba puesta.
En los camerinos, los artistas iban de un lado a otro sin parar. Trajes, zapatos, bastones, gorros, bastones, purpurinas, cuerdas, escaleras, globos, pelucas, maquillaje, brillo, corsés, chalecos botas altas, pelucas, dentaduras, baúles, pelotas, encajes, chisteras, cajas, flores secas, mesas, abanicos, chales, faldas, calzones.
Todo a punto para salir al espectáculo. Horas sin dormir, ensayos impuestos para una puesta en escena en un pueblo pequeño donde necesitaban la risa,.
Era hora de guardar bajo llave las penitas y salir a brindar la mejor sonrisa. Sin permitir que se columpie la tristeza en los ojos al caer de la noche.
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