Fortuito
Cuando se dio cuenta,
ya iba camino al hospital. Las luces de la ambulancia le llegaban en fogonazos
intermitentes. Un dolor profundo le zumbaba cerca como un abejorro gigante.
No sabe cuándo perdió
el conocimiento. Despertó en una habitación blanca, muy limpia. Con dos sillas
y una mesilla con patas de cebra.
Le costaba hilvanar
los minutos pasados. El peso del brazo la obliga a mantenerse quieta. Descubre
un yeso largo, recién puesto y su mano amoratada saliendo de aquel tubo. Un
caos para su cabeza.
- Pero...qué coño....
Balbucea despacio, como masticando arena, mientras descubre garabatos de tinta
negra sobre su escayola. Letras: gordas, grandes, pequeñas, muy apretadas y
algunas iniciales sueltas.
Palabras de ánimo, abrazos escritos; donde fue
descubriendo caras amigas. Y en una esquina aquellas frases, como escondidas en
un pliegue inferior.
Sonrió despacio. Ahogó
un suspiro de alegría.
Tim había pasado por
allí. No podía ser otro.
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