En cada camino
hay añoranza tejida en aceras frías,
levitando en noches rojas,
apretadas,
esas noches que marcharon sin razón
sin aviso
y se fueron simples
como un deseo.
Cada noche es un alcaraván que vuela sobre los manglares olvidados.
En cada camino
hay añoranza tejida en aceras frías,
levitando en noches rojas,
apretadas,
sin aviso
y se fueron simples
como un deseo.
Cada noche es un alcaraván que vuela sobre los manglares olvidados.
Espejos sin reflejos en un mundo donde oigo los pájaros afuera
otros,
no los de ayer, perdidos ya,los nuevos e inocentes silbos. Y no sé si son pájaros
si alguien más los sigue oyendo
a media vida bajo una tierra sin sol.
Deseo
retener la voz salvaje de cada mujer que
habita en mi.
Grito, antes de que los árboles se alejen.