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jueves, 13 de octubre de 2011

Hija.

      Cuando nació cabía perfectamente en una caja de zapatos.
     Era frágil, indefensa y tenue como un suspiro escapando por los rincones. Llegó en un cuarto frío y poco atractivo, entre gemidos y caras de asombro. Tan pequeña. Tan amarilla.
La noticia voló por los pasillos y escaleras. Por fín llegaba despues de tanto tiempo. Venía cargada de ilusión y confianza. Sobre su pequeña espalda corrían líneas de amor y libertad; y ya en u pequeñísimo rostro se dibujaba una tierra lejana que la vería crecer dando tumbos.
Se dibujaban en sus manos las caracolas primeras de un verano deseado. Corrían por sus finas venas, las horas de autobuses madrugadores, de aviones inmensos que se alejarían de su cálido sol bravío, ardiente y caribeño.
Su escaso cabello era como gotas de agua fina que tintinea al caer haciendo hilos musicales de risas y gorgoteos.
Costó horas de intentos entre cucharaditas diminutas que no alcanzaban a vaciarse en su pequeña boquita, inapetente, hasta que, pasados muchos díasm, saboreaba de a poquito el biberón y los dedos.
Han pasado ya veinte años. Parece que fue ayer. Cuando se cogía fuerte de los barrotes del balcón para conversar en su idioma con los coches que pasaban cerca por la carretera, que era para ella un mundo amplísimo, cambiante, veloz, al que todos los días la sumergía entre las carreras mañaneras del trabajo.
Ahora navega en su propia barca. Buscó entre dudas y horas largas, su camino. Vive en un mundo hecho a su medida, rodeada de libros que relee y de otros muchos que ni mira. Llena gavetas de diademas, pinturas( muchas, muchísimas), collares de colores que ni siquiera están inventados, grandes, pequeños, redondos, cuadrados, chatos, gordos...y un poco más.
Guarda zapatos, zapatitos, cholas, cholitas, tacones, taconcitos, zancos, zanquitos, alpargatas y todo lo que quepa en su diminuto pie que parece de muñeca. Es adorable. Aunque no abandona su genio y figura haciendo buen uso del Tauro que la acompaña.
Ríe, llora y amasa ilusiones en cajas grandes, en barcos que quiere navegar " de mayor". Habita un mundo real donde se enfrenta a noches laguneras, cumnpleaños ruidosos, profesores que le amargan, vacaciones deseadas donde esperan por ella para darle, espero, amor cargado de olas y arena. Corre, madruga, duerme, picotea galletas y papas mientras memoriza el tema de Psicología y, canta, altísimo con buena voz, bailando entre bufandas y espejos, modelando y danzando a medida que repite la frase del exámen que le comentaron va a salir.
Ondea su oscura melena en un viento de dudas, de líos, de ilusiones, de esperanzas y de sueños que amasa sobre cojines y almohadas que trajo la abuela, enhebrando trocitos de antes, de ahora y del mañana que quiere coger rápido como si de un fugaz pájaro se tatara.
La miro y me quiero por haberla tenido meses guardada en mi tripa navegando entre amores inexpertos y música de fondo. Me quiero por ello, pero muchísimo mas la quiero a ella que es una de las principales patas de mi mesa de cada día..

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