Y se deslizó despacio por todo el suelo polvoriento. De a poquito se metió en la cocina, desde donde salían olores deseados a esa hora temprana. Siguió su camino hacia el fondo de la casa y salpicó alfombras y zapatos olvidados.
Quería llegar a los rincones olvidados de nuestra vieja casa.
Salió por la parte de atrás en busca de Elena, que miraba embelesada el tintineo al caer al suelo aspirando el perfume de las flores que rojas invitaban al amor y a la pasión.
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